CLARA FAIERSZTEIN OCTUBRE 2002
Exilio y Liberación
galút y geuláh
Índice
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Relato Persa
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Introducción: El exilio como experiencia de
vida
·
El exilio como destierro por ser diferente o
como castigo por transgredir los mandatos.
El patito feo como cuento
arquetípico de este tipo de exilio
·
El exilio como repetición de la propia sombra,
el auto-exilio
·
El exilio como consecuencia de un pacto que no
se comprende
·
El exilio como ilusión de separación
·
El exilio como separación original, como
pecado original
·
Conclusión - El exilio como don para ser uno
mismo. El exilio como liberación
·
Poema de Rumi
·
Bibliografía
Relato persa
Son las 4 de la
mañana, Nasruddin sale de la taberna y deambula por el pueblo sin meta
alguna.
Un policía lo para: ¿qué haces vagabundeando por las
calles en mitad de la noche?
Señor, responde Nasrudin ¡si tuviera la respuesta a esa
pregunta hace mucho tiempo que hubiera vuelto a casa!
Introducción:
El exilio como experiencia de vida
Desde sus primeros
recuerdos siempre tuvo una sensación muy profunda de destierro, extrañeza,
soledad.
Quiénes eran todos
esos extraños con quienes no podía entrar en contacto, cuánto sufrimiento y
encierro le producía el tratar de ser lo que ellos esperaban que fuera.
Y así cada vez su
propio exilio se profundizaba.
Cada vez mas
exiliada de sí misma, en un intento por sobreadaptarse a lo que se esperaba que
fuera.
Así aprendió a
vivir desterrada de sí misma y fragmentada en relación a los demás. Escapándose
de sí y de los demás.
Muriendo su ser
hasta olvidarlo.
Caminó un largo
trayecto de exilios y auto-exilios, en algunos se perdía más porque todavía no
comprendía que las experiencias que atravesaba le hablaban de sí, le mostraban
en un gran espejo lo que tenía que ver de sí. Y la pregunta fatal que desvía
del conocimiento -¿por qué a mí? La queja en vez del espejo, para qué, miráte
–son tus partes-, iluminálas –aceptálas-.
Hubo puertas
cerradas con doble candado, hubo otras abiertas que ella creía cerradas, hubo
algunas abiertas, hubo puentes peligrosos y otros no tanto, hubo montañas,
mesetas, depresiones, lagos tranquilos, ríos turbulentos.
Hoy agradece el
exilio, siente que la fortaleció, le dio la llave para empezar a abrir las
puertas verdaderas de su ser.
Le permitió
reconocer la cadena misteriosa e invisible que iba uniendo una cosa con la
otra, y seguir desde su alma certezas que le conectaban por momentos con la
corriente universal que es la vida.
Le permitió
comprender que todo tiene un sentido si lo transita, le encuentra el para qué,
y el para qué es iluminar lo que está velado o en sombra, reconocerlo e
integrarlo, unirse y reunirse.
Sigue siendo
prisionera si se sigue separando.
El regalo y la elección es la libertad.
“No te amas si te aprisionas, no amas a quien
tratas de aprisionar”
Su padre
Vivió su exilio
obligado; para salvarlo de la guerra la madre lo dejó a los 17 años en un barco
que partió hacia Argentina, le dio sólo la Toráh y otros símbolos religiosos.
El exilio como el
amor que suelta para posibilitar la vida, no te abandono, te suelto para que
vivas tu propia vida. Atravesando el dolor de la separación.
Hay una historia
del Rey Salomón, cuando se presentan las dos madres diciendo cada una que es su
hijo. Salomón decide partirlo en dos. La verdadera madre pide que se lo
entregue a la otra y no lo mate.
Se exilió de su
campo en Polonia donde eran agricultores, de sus padres, de sus hermanos.
“Cuando una madre
se ve obligada a elegir entre su hijo y la cultura, nos encontramos en
presencia de una cultura terriblemente cruel y desconsiderada. Una cultura que
exige causar daño a una persona para defender sus propios preceptos es
verdaderamente una cultura muy enferma”
“El obligar a una
madre a entregar a un hijo en tiempo de guerra al exilio, lo lleva a ser un
forastero que no pertenece a ningún lugar, debe levantarse e ir en busca del
lugar al que pertenece, este es siempre el siguiente paso”
Esto hizo que su
padre se exiliara del contacto con los demás, era peligroso si los otros no
eran judíos, y se exilió de ella emocionalmente, quizás por temor a tener que
volver a separarse (su nombre es el de su abuela).
Le dejó sí aquello
que pudo integrar, su conocimiento espiritual. Fue su primer maestro cuando
ella era una nena y le contaba cuentos kabalisticos y fue un maestro y le
mostró su amor incondicional, cuando al final de su vida permaneció firme a su
lado a pesar de estar totalmente en desacuerdo con sus acciones. En ese momento
también logró re-unirse con su madre.
Aparece en su
memoria “los hijos de Iosef como hijos del exilio, frutos del destierro”. Su
papá se llamaba como uno de ellos, “Efraim, Dios me ha hecho fructífero en la
tierra de mi sufrimiento”.
Y así fue.
Su madre
Vivió su exilio a
los dos años partiendo de Varsovia con sus padres. A partir de la guerra
deambularon por algunas ciudades de Europa hasta llegar a Argentina. Se
establecieron y formaron una familia con 5 hijos más.
Su abuelo materno
nunca pudo dar el siguiente paso para encontrar un nuevo lugar de pertenencia.
Quizás su abuelo se
sintió torturado por acontecimientos que lo rebosaron; a causa de un profundo
dolor, siguió repitiendo el dolor, el descuido, y no pudo. Nunca pudo sostener
a su familia en ningún nivel, ni a sí mismo, lo poco que ganaba lo jugaba. Y un
día se fue, el exilio de nuevo. No se sabe si a Bolivia o a Perú, ni para qué.
Por ahí siguió buscando la tierra que le correspondía.
Su madre, siendo la
hija mayor, era todavía muy chica.
Así creció su
madre, sin la importante mirada del padre, que es la que le da a la niña un
lugar de reconocimiento y de yo valgo, yo puedo, de autoestima y valoración.
Su madre fue una
madre niña, hay un cuento sobre esta madre frágil, no mimada, es la que tanto
insiste en tener hijos (se hizo de todo para tenerla durante 10 años) y es la
que más tarde se apartó de sus hijos. Estaba psíquicamente lastimada y se
consideraba indigna de ser amada incluso por sus hijos.
Esta madre niña
torturó a sus hijos con varias modalidades de atención destructiva, eran las
únicas que conocía, eran las que aplicaba con ella misma.
Hasta que un día
ella comprendió el profundo terror de vivir que sentía su madre, seguramente el
mismo que sintió su padre. Y también comprendió que utilizó toda su fuerza en
fragmentar y fragmentarse.
Ella siempre siguió
buscando y encontrando otras madres sabias, salvajes que la llevaran por este
camino hacia otro lugar, y así fue.
Antes de morir su
madre, pudieron encontrarse profundamente desde el corazón y pudieron sanar ese
vínculo desde el amor y hubo un momento a partir del cual desapareció el exilio
y se re-unieron.
Cuándo
comprenderemos que la tierra es la misma, que las raíces aunque parezcan
diferentes se unen todas en lo profundo de la tierra. Que somos de todos los
lugares, que somos el mundo, pero seguimos viéndonos divididos y el exilio se
profundiza.
Cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas
las cosas
El
exilio como destierro por ser diferente o como castigo por transgredir los
mandatos
El
patito feo como cuento arquetípico de este tipo de exilio.
En la aldea lo
contemplan y lo consideran inaceptable. No es feo pero no se asemeja a los
demás. Es diferente.
Quieren obligarlo a
irse pero el patito feo se muere de pena al verse rechazado por los suyos, es
terrible, porque solo es distinto y se comporta distinto.
Un niño es desterrado
por las mismas razones que ves en el patito feo. Si el niño sale salvaje (no lo
que los padres esperan que sea o se convierta) se verá obligado a guardar
silencio, a huir, a ocultarse bajo la tierra o vagar durante mucho tiempo en
busca de un lugar en el que pueda encontrar alimento y paz.
“El patito feo va
de un lado para otro en busca de un lugar donde descansar. El instinto que nos
induce a seguir vagando hasta encontrar lo que necesitamos se mantiene intacto”
Las puertas
equivocadas son las causantes de que una persona se vuelva a sentir una vez más
exiliada.
Esta búsqueda del
amor en todos los lugares equivocados es la reacción al exilio. Esta compulsión
produce nuevas heridas y no cura la herida inicial.
“El patito del
cuento es un símbolo de la naturaleza salvaje que cuando las circunstancias lo
obligan a pasar penurias, se esfuerza instintivamente en seguir adelante ocurra
lo que ocurra”
Si has intentado
encajar en algún molde y no lo has conseguido, sos un exiliado pero has
protegido tu alma.
Es peor permanecer
en el lugar que no nos corresponde en absoluto que andar perdidos durante algún
tiempo, buscando el parentesco psíquico y espiritual que necesitamos. Jamás es
un error buscar lo que uno necesita. El exilio consolida y fortalece al patito.
Los golpes que se
reciben eliminan la debilidad, nos fortalece, incrementa la intuición, nos da
una gran capacidad de observación.
El exiliado nunca
se da por vencido, sigue adelante hasta que encuentra una guía, una huella, su
hogar, emigra hacia la tierra que le corresponde.
Todo esto puede
suceder en una familia, en una comunidad, en un país. Tiene que ver con la
estrictez, el dogma rígido, el fanatismo, con aquellos que creen ser dueños de
la verdad y no toleran las diferencias, no reconocen a cada ser como único e
irrepetible, les asusta ese otro diferente.
Donde quiera que
exista un otro, existe el miedo, es la angustia esencial, la angustia
existencial, la ilusión de la identidad separada. Por eso aparece el temor ante
la muerte, y por este temor se tornan más violentos.
Sólo puede
erradicarse en la trascendencia real; en ese momento, se erradica la sensación
de identidad separada. Es un mundo que en verdad se niega todo a sí mismo. Hace
eso simplemente al disociarse de todo. Dicho mundo es una ilusión de
aislamiento, que se mantiene vigente por miedo a la misma soledad que es su
ilusión.
El diferente es
rechazado, obligado a irse, cuando en realidad viene a mostrarnos desde afuera
como en un espejo aquello de lo que nos disociamos dentro nuestro, pero uno
generalmente tiene miedo de la disociación y no de aquello de lo que se
disoció. Cuando uno acepta aquello de lo que se disoció deja de ser temible y
peligroso.
Todo ataque es un
ataque contra uno mismo, cuando te atacas y atacas es señal de que has olvidado
quien eres. Estás eligiendo no recordarlo.
El
exilio como repetición de la propia sombra, el auto-exilio
Pasamos gran parte
de nuestra vida mirando afuera, poniendo expectativas en los otros, esperando
que los otros nos digan, nos reconozcan, hagan lo que nosotros deseamos o
imaginamos que deben hacer y así, día tras día, nos vamos perdiendo cada vez
más. Nos vamos distanciando de nosotros mismos cada vez más hasta no saber
quienes somos y no solo esto, sino que además entramos en una cadena de
sufrimiento larguísima.
Así vivimos en una
película que está tan lejos de la realidad y no nos damos cuenta que seguimos
siendo niñitos intentando tapar y escapar de dolores viejos. Y esto nos lleva a
un callejón sin salida, a un laberinto, a una cárcel donde repetimos y
repetimos mecánicamente siempre lo mismo, porque seguimos creyendo que desde
afuera nos pueden calmar y aliviar ese dolor original y nada de lo que hagan
los otros nos puede llenar ese vacío o transformar ese dolor. Y seguimos rotando
en la misma rueda “Y soy extranjero en mi propia tierra” dice el salmista.
Solo acentuamos
nuestro propio auto-exilio, en una desesperada lucha en el afuera. Los otros
son los causantes de mi sufrimiento, de mi dolor. De esta manera puedo vivir
auto-exiliado para siempre.
Qué hace que tema
tanto meterme en el vacío, transitar ese primer dolor, que es la primera
separación y la muerte (ilusoria).
Así vivo muerto,
creyendo que vivo la vida y qué paradójico, porque en realidad necesito
atravesar esa primer muerte, ese primer dolor, ese primer agujero para
re-conectar la vida.
Aceptar que así
fue, que allí se encuentra en el origen pero que ya como adulto y no como niño
soy la única persona capaz de transformarlo dentro mío.
Mi adulto es el que
debe cuidar, mimar, proteger a ese niño que se pudo haber sentido desamparado o
herido, mi adulto es el que debe amarlo incondicionalmente y aceptarlo tal cual
es. Es mi tarea, no la de otros afuera, buscándolo afuera sigo
auto-exiliándome. Necesito hacerme cargo de mí en mi totalidad, debo poner
semillitas nuevas para que germinen y crezcan allí mismo en ese vacío, en ese
dolor, pero soy yo el encargado de colocar semillas nuevas. Soy el único que
tiene la posibilidad de autosanarme y dejar de estar exiliado y escapándome de
mí.
La vida nos otorga
todo el tiempo la posibilidad de ver en espejo esto de lo que nos tenemos que
hacer cargo y sanar, es verlo como aspecto propio e integrarlo como parte
nuestra. Pero implica un trabajo y esfuerzo que hay que estar dispuesto a hacer.
“Los kabalistas
españoles sostenían que mientras siga el exilio las sefirót no funcionan con normalidad, al encontrarse separadas de la
fuente de su emanación original. Sólo mediante el esfuerzo individual podremos
alcanzar el estado de debekút o comunión
con Dios.
Las letras que
contienen todos los mundos emanados no están nunca unidas mientras dura el
exilio”
Es más fácil
responsabilizar a los otros, pero así no hay transformación posible, no hay
paz, no hay unidad. Solo subsiste la separación, el dolor, la ilusión.
Este circuito es
importante comprenderlo para poder transformarme. Vayamos al hebreo, a las
palabras que nos pueden ayudar a comprender…
guel – rueda, allí giro y giro
exiliada lejos de mi centro.
guílgul – reencarnación, como
posibilidad de aprendizaje de salir de
la rueda, de evolucionar en diferentes niveles de integración que me acerquen
al centro hasta ser yo mismo y dejar de repetir mecanismos automáticos y
ancestrales, circuitos que ya no me sirven para la vida porque solo me entrampan.
Tengo la posibilidad de diferentes reencarnaciones en esta misma vida y al
salir del circuito de la rueda, me libero y libero a mis ancestros, rompo una
cadena de repeticiones familiares, al integrarme y evolucionar también ayudo a
liberar a la cadena de mis antepasados.
Me hago cargo de la
transformación, está en mí hacerlo, puedo comprender profundamente que ellos
hicieron lo que pudieron, puedo perdonar y eso me libera.
galút – exilio. En la conciencia
del exilio, allí mismo está la respuesta que me permite la búsqueda de mi
libertad geulá.
Sin conciencia de
mi propio exilio sigo girando eternamente creyendo que ese soy, el que sigue
viviendo fuera de sí mismo.
Es interesante que
todas estas palabras compartan la misma raíz gramatical. Ahí está el secreto.
guel guílgul galút geulá
Repetición
del mismo Posibilidad de
aprendizaje La conciencia de mi La respuesta a
conciencia
de repetición. de transformarme si llave que me permite la posibilidad a
Creo
que eso es vivir, comprendo lo
inútil del preguntarme
¿quién unirme, es estar
estoy
afuera de mí. circuito que
me lleva soy realmente? en mi centro, es
Reactividad siempre al mismo lugar. Me da la posibilidad la unidad, es saber
Separación Restricción
conciente. de la conexión
y de quien soy en verdad
poder
de restricción la
Toráh. Armonía
gravedad.
Crecen en de la Vida. Árbol de la Vida
contra
del poder de Becerro de
Oro
Ixión. Espejo etrusco de bronce procedente del siglo IV antes de J.C.
“En la época de Pitágoras en Grecia (circa 582-500 antes de J.C.) y del Buda en
India (563-483 antes de J.C.) tuvo lugar… el Gran Retorno. La vida se convirtió
en una vorágine de ilusión, deseo, violencia y muerte, una actividad
desenfrenada… Según la enseñanza del Buda, la imagen de la rueda… se transformó
en un signo, por una parte, del sufrimiento incesante y, por la otra, de la
doctrina solar de la iluminación. También en el mundo clásico la rueda apareció
al mismo tiempo como un emblema del… fracaso y del sufrimiento de la vida”.
Ixión, encadenado por Zeus a una rueda flameante, no es otra cosa más que la
estructura egoica, y la rueda misma es el movimiento del samsara. Este es el
mensaje del Buda:
Cada uno sufre por sí mismo, nada le obliga a
sufrir.
No existe nada ajeno que sostenga tu vida y
tu muerte.
El ser humano gira con esa rueda
y abraza y besa sus radios de agonía
su llanta de lágrimas, su nave de nada
El exilio como don
para ser uno mismo. El exilio como liberación
A veces nos
empujan, otras nos echan, puede ser una elección, una huida, podemos sentirnos
ahogados o sometidos o simplemente decidir irnos, decidir o que otros decidan
nuestro exilio.
Creo que dejar de
pertenecer (a una familia, comunidad, país o lo que sea) como lugar que nos
contiene, nos protege, nos identifica de alguna manera, nos puede hacer sentir
en principio mucho temor y sufrimiento.
Sufrimiento por lo
que dejamos, lo conocido que aunque difícil, conocido al fin. Y temor porque
emprendemos un viaje a lo desconocido.
Pero ese sufrimiento y miedo contienen una
llave como posibilidad de liberación, de ser uno mismo desde su esencia y
acercar la personalidad lo más posible a la esencia para que la distancia entre
ellas sea mínima.
Es bueno salir de
los lugares donde colocamos la ilusión de estar protegidos para encontrar la
verdadera protección que está bien profunda dentro nuestro y bien alta.
Para llegar a este
lugar verdadero hay que hacer un camino que se transita al principio en soledad
(aparente). Salir de lo conocido a lo desconocido. E iniciar un camino lleno de
señales si estamos dispuestos a verlas; hechos de la vida, personas que se nos
cruzan, una palabra escuchada o dicha por alguien, todos hechos que si estamos
atentos son mensajes que nos van diciendo, por acá si, por acá no, aún los
golpes, las equivocaciones, las repeticiones, las elecciones que hacemos nos
permiten vernos todo el tiempo. Y, en el vernos todo el tiempo, tomamos
conciencia gradualmente de quienes somos, y vamos limpiando aquellos mecanismos
que no nos sirven más pero que seguimos utilizando por mecanicidad.
No podemos
construir un nuevo circuito emocional si no dejamos el viejo circuito, y no
podemos dejar el viejo circuito, si no somos concientes de él, si no somos
concientes que ya no nos sirve porque nos lleva a viejos lugares y resultados
que ya sabemos que nos dañan o no nos dejan crecer.
El exilio es un
don, en la aparente soledad nos fortalece, es cierto que lo que no te mata te
fortalece, es un momento donde aparecen las preguntas y aparece la búsqueda,
puede parecer que uno no sabe ni qué está buscando, pero algo diferente empieza
a buscar, después de mucho viaje uno se da cuenta que la búsqueda es
re/encontrarse en diferentes niveles, re/unirse. La paz.
Y no creo que uno
pueda ser conciente verdaderamente de esto si no atravesó el exilio.
Salir del sopor inconciente,
dormidos, donde no somos responsables, ni nos hacemos cargo de nada, para
iniciar un largo camino de evolución, para ver en realidad quienes somos,
primero aceptando todas nuestras partes, las que nos gustan, las que no tanto,
verlas sin juzgarlas, eso nos permite integrarnos en cada etapa de nuestra vida
un poco más, hasta que podamos lograr que no haya distancia entre la llamada
personalidad y nuestra esencia, o sea mínima esa distancia.
Muchos personajes
para trabajar, muchas caretas para sacarnos, muchos disfraces, todas defensas
para no conectarnos y no mostrar quienes somos en realidad.
Y nos seguimos
defendiendo como niños que todavía necesitan ser reconocidos y aceptados y el
miedo al rechazo nos impide liberarnos y ser quienes somos.
Todavía no nos
damos cuenta que el miedo infantil a no ser reconocidos o aceptados provoca que
logremos eso mismo que queremos evitar. Porque todavía lo buscamos afuera.
Que la aceptación
es de uno con uno mismo. Y que cuando me acepto y reconozco en la totalidad, me
amo, me conozco, estoy unido, y ahí soy, en paz, libre.
En la kabaláh
luriánica está conectado el exilio de Israel con el pecado de Adam, cuyo
resultado fue la diseminación de las chispas santas. Cuando las chispas se
esparcieron todavía más entre los descendientes de Adam se confió a Israel
la misión de reunirlas y hacerlas ascender a lo alto, preparar el camino a la
liberación.
El reagrupamiento
de los exiliados significa la re/unión de todas las chispas que estaban en
exilio.
“El exilio puede compararse
con un jardín que ha sido abandonado por su jardinero de manera que han brotado
malas hierbas por todas partes.
El tikun o restauración progresa en
estadios predeterminados de una generación a la siguiente y todas las
transmigraciones de las almas sirven para este fin.
La liberación no
vendrá de una sola vez, sino que se manifestará en diversos grados, algunos de
los cuales estarán ocultos en el interior de los mundos espirituales mientras
que otros aparecerán de manera más manifiesta”.
Y el camino del
exilio valió la pena. Valió la pena el dolor, el sufrimiento, las muertes,
dando las llaves para iniciar la búsqueda y tener la posibilidad de llegar a la
tierra prometida. Una tierra con raíces enormes, abundantes, que permiten
moverse con libertad, donde se es, donde todo nos pertenece, donde soy
responsable de todo, donde sé que cada mínima acción que decido influencia y
modifica todo el Universo. Donde sé que nunca estoy solo. Hay seres y guías
acompañándonos todo el tiempo y estamos en una vibración donde podemos
reencontrarnos con nuestra verdadera y esencial familia.
Y desde allí darnos
cuenta y ser concientes que toda la humanidad y todas las dimensiones aquí son
mi gran familia.
“En ese recuerdo de
Dios radica tu libertad. Es el regalo de la libertad, lo que su voluntad
dispone para todos sus hijos” “La libertad es creación porque es amor” “Cuando
estés dispuesto a reconocer que nuestra relación es real, en nuestra unión
aceptarás a todos nuestros hermanos”
El regalo de la unión.
El exilio como
forma de salir de nuestra propia esclavitud y caminar, caminar para ser y
retornar unificados.
Llegar a la Álef } donde mi voluntad es tú
voluntad.
Campbell
en el mito del héroe habla de tres fases: separación, iniciación y retorno. Y
la Kabaláh dice que ser héroe es vencerse a sí mismo.
“Dijo Dios. Vi el
sufrimiento de mi pueblo en Egipto y sé muy bien de sus padecimientos, he
descendido para salvarlo del poder de los egipcios y para hacerlo emigrar de
aquella Tierra hacia una Tierra de la que fluye leche y miel,” “Saca a mi
pueblo de Egipto. Ustedes israelitas serán recogidos uno por uno. Dios los
liberará y recogerá del exilio”
La entrega de la Toráh en el Sinaí significa la apertura de un canal de conexión entre el hombre
y Dios.
“Sonará el shofár, vendrán los exiliados y los
dispersados y se posternarán ante Dios en Jerusalén”
Amén.
Quietud
Dentro de este nuevo amor, muere.
Tu camino comienza al otro lado.
Transfórmate en cielo.
Lleva un hacha a la pared de la prisión.
Escapa.
Sal como alguien que repentinamente nace al
color.
Hazlo ahora.
Estás cubierto por una nube espesa.
Deslízate a un costado. Muere,
y quédate quieto.
La quietud es el signo más seguro
de que has muerto.
Tu vieja vida
era una frenética huida
del silencio.
La luna llena, sin palabras,
sale ahora.
Rumi
Bibliografía